OBESIDAD
Estamos asistiendo a una
epidemia mundial de obesidad, y las tasas de prevalencia aumentan con enorme
rapidez. Para hacerse una idea de la extensión del problema, basta con mirar
alrededor y contabilizar el numero de personas que tienen sobrepeso.
La obesidad se define a partir de un estadístico denominado
índice de masa corporal (IMC). El IMC
se calcula en términos generales, que las personas que tienen un IMC inferior a
18,5 están por debajo del peso normal, entre 18,5 y 24,9 se considera un peso
normal, entre 25 y 29,9, tienen sobrepeso, y por encima de 30 se considera que están
obesas.
La obesidad tiende a
manifestarse a lo largo del tiempo. DiPietro, Mossberg y Stunkard (1994)
realizaron un seguimiento durante 40 años de 504 niños con sobrepeso. Tristemente,
la mayoría de esos niños se convirtieron en adultos con sobrepeso. Esto es un
problema debido a que la obesidad puede llegar a ser un trastorno peligroso con
riesgo para la vida. Puede dar lugar a
diabetes, problemas óseos, presión sanguínea elevada, y otras enfermedades
cardiovasculares que ponen a la persona en riesgo de sufrir un ataque cardiaco.
Desde una perspectiva
del diagnóstico psicológico, la obesidad no es un trastorno alimenticio. Sin
embargo, muchos clínicos consideran que el problema principal es el hábito de
comer en exceso. Si bien algunos casos de obesidad están provocados por
alteraciones metabólicas u hormonales, se trata de casos muy pocos frecuentes. En
pocas palabras, la mayoría de las personas obesas ingresan mas calorías de las
que gastan.
A continuación vamos a
analizar las razones por las que las personas común en exceso hasta el uno de
convertirse en obesos, a pesar de la imagen negativa que trasmiten, de que
saben que la obesidad es perjudicial para la salud (Sarwer, 1998) y de la
fuerte presión social para conseguir una figura esbelta. Sin bien los
resultados todavía no son concluyentes, se trata de un problema donde los
factores biológicos y de aprendizaje parecen desempeñar un papel fundamental
(Drewnowski, 1996).
FACTORES DE LA OBESIDAD
Factores biológicos
Gozar de un cuerpo esbelto
tiene un componente familiar (Bulik y Allison, 2002). En parte eso se bese a
razones de tipos biológicos. La mayoría de
las personas van ganando peso a medida que cumplen años, si bien esta ganancia
esta mas relacionada con una disminución de la actividad física, y con el hecho
de que las personas mayores tienen a mantener sus hábitos alimenticios de
siempre, aunque cada vez necesitan menos calorías.
La herencia genética contribuye
de manera fundamental a la tendencia que algunas personas muestran hacia la
obesidad, o alternativamente, a mantenerse delgados. Las tasas de obesidad están
creciendo con mucha mas rapidez de lo que puede explicar los genes por si
mismos (ya que estos necesitan generaciones para ir mutando, lo que supone un
proceso tan lento que no puede explicar el rápido aumento de la obesidad). Esto
quiere decir que los problemas con el sobrepeso dependen de mucha mayor medida
de hábitos de vida poco saludables.
La obesidad adulta está
relacionada con el numero y el tamaño de las células adiposas (células grasas) del cuerpo (Heynsfield, 1995). Las personas
obesas tienen muchas mas células adiposas que las personas obesas con un peso
normal (Peeke y Chrousos, 1995). Cuando se pierde peso, se reduce el tamaño de
esas celular, pero no su cantidad. Hay pruebas de que el número de células adiposas
permanece constante desde la infancia (Crisp, 1970). Así pues, cabe la
posibilidad de que alimentar a los niños en exceso pueda provocar un aumento de
las células adiposas, y por lo tanto predisponerlos a problemas de sobre peso
en la edad adulta.
Factores Psicosociales
En la obesidad hay otros
factores, además del acervo biológico, que también desempeñan un papel
fundamental. En muchos casos, los determinantes fundamentales de la obesidad
dependen de algunas pautas familiares de conducta. En efecto, en algunas
familias la obesidad proviene de una diera muy rica en grasas y calorías, junto
a una obsesión por la comida, que puede alcanzar incluso ¡a los animales domésticos!
En esas familias se suele pensar que un bebe regordete es un bebe saludable,
por lo que presionan a los niños para que coman mas de lo que en realidad
desean. En otras familias, comer en exceso supone un remedio para aliviar el estrés
o el malestar emocional.
Hay diferentes modelos psicológicos
que han intentado explicar la causa de la tendencia a comer en exceso. Según la
perspectiva psicoanalítica, las personas obesas tienen una personalidad que ha
quedado fijada en una etapa muy temprana del desarrollo psicosexual, la etapa
oral. (Bychowski, 1950). Se supone que esas personas organizan su vida
alrededor de la gratificación oral (en este caso, comer continuamente). Esta propuesta
ha sido elaborada por Bruch (1973) y por Schneider (1995). Bruch ha
diferenciado entre la obesidad evolutiva y la obesidad reactiva.
Propone que la obesidad evolutiva es una respuesta
de los niños ante el rechazo que perciben por parte de sus padres, o también ante
las otras alteraciones importantes de su relación con ellos. Supuestamente, los
padres a su vez compensan su rechazo emocional, sobrealimentando y sobre protegiendo
a los niños. Estos niños nunca llegan a aprender la diferencia entre las
distintas señales internas de malestar, ya que sus padres responden a todas
ellas de la misma forma: ofreciéndoles comida. Bruch considera que esta pauta
de conducta termina por producir una percepción distorsionada de los estados
internos, esto es, no ser capaz de saber cuándo se ha ingerido suficiente
comida.
Bruch ha definido la obesidad relativa como aquella que
aparece en los adultos como una reacción ante un trauma o ante el estrés. En este
caso comer en exceso sirve para reducir la sensación de malestar o depresión. Hay
pruebas que apoyan la hipótesis de que muchas personas obesas tienen también problemas
psicológicos, como la depresión.
Factores Socioculturales
En diferentes culturas
tiene diferentes concepciones de la belleza. Algunas valoran la delgadez,
mientras que otras prefieren líneas mas redondeadas. En algunas culturas la
obesidad se valora como signo de influencia social y de poder. Sin embargo, en
nuestra sociedad la obesidad parece estar relacionada con la clase social, ya
que es 6 veces as frecuente entre los adultos de clase social baja, y 9 veces
mas frecuentes en los niños de esa misma clase social. (Ernst y Harlan, 1991).
Lissau y Sorenson (1994)
han encontrado que los niños que han sido criados con descuido y negligencia
tienen mayor riesgo de obesidad cuando son adultos, los que niños que han
recibido una crianza normal. El hecho de que los padres tengan un nivel
educativo bajo también parece ser un factor de riesgo importante (Johnson,
Cohen, Kasen, 2002).
TRATAMIENTOS PARA LA OBESIDAD
Perder peso es una de
las principales preocupaciones en nuestra cultura. Escribir un libro de dietas,
o establecer clínica para perder peso, se ha convertido en un espléndido
negocio. Lamentablemente, las tasas de éxito de la mayoría de estos negocios
son muy pequeñas (Brownell y Wadden, 1992). Para una persona obesa, perder peso
y mantener esa pérdida supone un desafío impresionante (Yanovski y Yanovski,
2002).
Grupos de adelgazamiento
Ya están surgiendo
algunas organizaciones como Hambrientos Anónimos o Vigilantes Del Peso (Weiner,
1998), que organizan programas de adelgazamiento
en grupo. Este tipo de programas se basa en la fuerte presión del grupo para
reducir peso, a través del orgullo compartido como se consigue, y la desaprobación
grupal al mantenimiento de mejores hábitos alimenticios.
Medicación
Las drogas que utilizan
para perder peso pueden agruparse en 2 categorías fundamentales. Una de esas Aglutina, aquellas medicinas que disminuyen
la cantidad de comida que se ingiere, mediante el procedimiento de suprimir el
apetito, generalmente aumentando la cantidad de neurotransmisores como la serotonina,
la norepinefrina o la dopamina.
La otra categoría incluye
las medicinas que impiden la absorción de alguno de los nutrientes presentes en
los alimentos. Sin embargo estos remedios no están exentos de problemas. En 1997
la Administración de los EE.UU para los alimentos y las Drogas (FDA) retiro del
mercado 2 supresores del apetito, la fenfuflamina (Pondimin) y la desfenfluramina
(Redux), debido a que provocaban enfermedades cardiacas.
En la actualidad ya no se recomienda tomar anfetaminas para
perder peso (ya no están aprobadas por muchas administraciones estatales),
debido a la posibilidad de adicción. La sibutramina es otra de las medicinas que ya no se utiliza para la
reducción de peso debido a sus alteraciones en el sistema nervioso.
Cirugía Gástrica
Dado que la obesidad mórbida
supone un importante riesgo de salud a
la hipertensión, enfermedades cardiacas, insuficiencia respiratoria y artritis,
no es de extrañar que a menudo sea necesario recurrir a medidas drásticas para
ayudar a estos pacientes que no pueden perder peso de otra manera.
Un método radicar para tratar este tipo de
obesidad es la cirugía gástrica (Benotti y Forsse, 1995). Consiste en colocar
grapas en el intestino para disminuir el tamaño del estómago. Antes de la operación,
el estómago puede contener mas o menos
un litro de comida o líquidos. Pero después de la intervención, tan solo cabe
el contenido de un vaso de agua. Darse un atracón se vuelve casi imposible. La intervención
dura un par de horas, aunque al realizarse con pacientes obesos, la recuperación
resulta más delicada.
Pories y McDonal (1993)
han informado que 2 años después de la intervención quirúrgica, el 89% de los
pacientes ya no cumplen con los criterios de obesidad mórbida. En otro estudio,
se encontró que los pacientes habían perdido una media del 60% de su exceso de
peso, y se mantenían así todavía 8 o 9 años después de la intervención
(Sugerman, 1992). Sin embargo, algunos pacientes todavía consiguen encontrar
medios para seguir dándose atracones incluso con un estomago reducido.
(Kalarchian, 1998) y por lo tanto, suelen recobrar su peso inicial después de
varios años.
Tratamientos Psicológicos
Los tratamientos psicológicos
mas eficaces para los pacientes muy obesos son los métodos de reorganización de
la conducta. Algunos recurren al reforzamiento positivo, el autocontrol y las
autorecompensas, y suelen conseguir perdidas moderadas al cabo de cierto tiempo
(Agras, Telch, 1997). En general, las estrategias que se basan en el
reforzamiento positivo son mas eficaces que los procedimientos del
condicionamiento clásico, como por ejemplo el condicionamiento aversivo que
utiliza estímulos eléctricos o pensamientos desagradables, para asociarlos con
la conducta de comer.
Por otra parte, las
investigaciones han encontrado pruebas de que los métodos cognitivo-conductuales
resultan muy eficaces. Los resultados obtenidos demuestran que son una buena motivación
es posible perder peso y mantener esos logros. En estos estudios, los pacientes
comenzaban por pensar en buenas razones que justificaron el esfuerzo de perder
peso, como por ejemplo los problemas orgánicos relacionados con la obesidad, o
la preocupación por la apariencia física. Tras seguir un programa combinado de
dieta y ejercicio a largo plazo, estas personas fueron capaces de perder el
exceso de peso.
IMPORTANCIA DE LA PREVENCION DE LA OBESIDAD
El tratamiento de los
pacientes muy obesos suele ser una tarea muy difícil y frustrante para todos
los implicados. Incluso cuando se utiliza los mas eficaces procedimientos del
tratamiento, abundan los fracasos, en parte por la necesidad constante de automotivación.
¿Qué nos queda por
hacer?
Teniendo en cuenta las
poderosas fuerzas ambientales con las que hay que enfrentarse, Brownell (2002)
ha propuesto algunas recomendaciones. Por ejemplo:
1. Facilitar oportunidades para hacer ejercicio físico.
2. Regular la publicidad de las comidas dirigidas a niños.
3. Prohibir la venta de comida rápida y refrescos en los colegios
4. Fomentar y subvencionar la venta de comidas saludables.
Aunque algunas de estas
medidas pueden parecer exageradas, cuanto mas nos concentremos en la prevención,
mayores posibilidades tendremos para detener el problema de la escala
descontrolada de la obesidad.
Referencia Bibliografica: Psicologia Clinica. James N. Butcher. cap. 9. Ed. 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario