El término anorexia
nerviosa significa literalmente “falta de apetito provocado por los nervios”.
Sin embargo, se trata de una definición relativamente errónea, debido a que el
auténtico problema no es la falta de apetito. Lo esencial de la anorexia nerviosa
es el intenso miedo de aumentar de peso y engordar.
El DSM-4-TR (El Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría) añade además el rechazo a mantener el peso corporal normal adecuado a la estatura y
edad de esa persona (por ejemplo, una reducción del peso corporal de alrededor
del 85% de lo que sería de esperar en condiciones normales). También existe una
percepción distorsionada de la forma u el tamaño del cuerpo.
A pesar de que puedan
tener un cuerpo absolutamente escuálido, la mayoría de los pacientes con
anorexia nerviosa niegan que puedan tener algún problema. De hecho, se sienten
secretamente orgullosos de su pérdida de peso. Pese a ello, puede que intenten
disimular su delgadez con ropas amplias, o incluso ocultando bajo la ropa
objetos abultados que les hagan parecer más corpulentos.
Si saben que les van a
pesar (por ejemplo, al ingresar en un hospital), las personas con anorexia
nerviosa pueden llegar a beber una enorme cantidad de agua para aumentar así su
peso, aunque evidentemente solo de manera temporal.
Hay 2 tipos de anorexia
nerviosa: el restrictivo y el compulsivo-purgativo. La principal diferencia
entre ambos tiene que ver con la estrategia para mantener el peso corporal. Lo
que intentan las personas del tipo
restrictivo, es limitar al máximo la ingesta de comida y calorías. Cuando
están sentado a la mesa junto a otras personas, intentaran comer con una
lentitud excesiva, cortar la comida en trozos minúsculos, y tirarla sin que nadie
se entere (Beaumont, 2002).
Mientras que las
personas con anorexia nerviosa de tipo
compulsivo-purgativo suelen fracasar en sus intentos de limitar su ingesta
de comida, lo que da lugar a episodios de atracones. Un atracón significa que
se come incontrolablemente una cantidad de comida mucho mayor de lo que
cualquier persona podría comer en circunstancias y tiempo similares. A su vez,
estos atracones van seguidos por un intento de purgarse. Se suele recurrir al vómito, a los laxantes,
diuréticos y enemas. Sin embargo, estas estrategias para purgarse no suele
impedir la absorción de calorías.
El cuadro clínico del
tipo compulsivo-purgativo tiene mucho más que ver la bulimia.
LA BULIMIA NERVIOSA
Los criterios del
DSM-4.TR (APA, 2000) para la bulimia nerviosa destacan la presencia frecuente
de episodios de atracón de comida. Un atracón puede consistir en ingerir un
litro de helado, un paquete familiar de galletas y una torta de chocolate, todo
durante una sentada. Durante el atracón se produce una absoluta falta de
control sobre el impulso de ingerir grandes cantidades de comidas, de manera
que la persona es incapaz de parar de comer.
También se producen
conductas inadecuadas y recurrentes que pretenden impedir la ganancia de peso.
Este tipo de conductas incluye los vómitos provocados y una excesiva cantidad
de ejercicio físico. Algunos pacientes llegan a consumir hormonas tiroideas
para incrementar el gasto metabólico de su organismo.
No debe diagnosticarse
bulimia nerviosa si también se cumplen los criterios de la anorexia nerviosa
(por ejemplo, si nos encontramos ante el tipo compulsivo-purgativo de la
anorexia nerviosa). En otras palabras, el diagnostico de anorexia nerviosa (triunfa) sobre el diagnostico de
bulimia nerviosa, debido a que hay una mayor mortalidad asociada con la
anorexia nerviosa que con la bulimia nerviosa. Por lo tanto el DSM exige que la
patología mas grave tenga preferencia.
Resulta importante
comprender que las personas con anorexia nerviosa comparten con las que tiene
bulimia nerviosa un angustioso temor a (engordar).
Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con los pacientes anoréxicos, los
bulímicos suelen tener un peso normal; incluso a veces pueden tener un ligero
sobre peso. El temor a engordar es el núcleo central de la bulimia nerviosa.
La diferencia entre una
persona con bulimia nerviosa y otra con el subtipo compulsivo-purgativo de la
anorexia nerviosa, radica en el peso. En consecuencia una persona con anorexia
nerviosa se encuentra muy por debajo de su peso, lo que no se puede decir de
alguien que tiene bulimia nerviosa.
Complicaciones Médicas de la Anorexia Nerviosa y la Bulimia Nerviosa
La anorexia nerviosa es uno de los trastornos psiquiátricos
mas letales que existen. Desde luego la mayoría de los pacientes con este
problema tiene un aspecto lamentable. Su cabello ralea y se vuelve quebradizo,
al igual que las uñas. La piel se seca y en la cara, cuello, brazos, espalda y
piernas, empieza a crecer un vello llamado lanugo. Muchos pacientes también tienen
una piel de color amarillento, sobre todo en la palma de las manos. Al estar
tan desnutridos, el frío les afecta muchísimo. Sus manos y sus pies están constantemente
helados y tienen un color morado debido a su dificultad para regular la
temperatura y a la falta de oxígeno en las extremidades.
Como su presión sanguínea
siempre está excesivamente baja, están constantemente cansados, débiles, con vértigo
y desmayos (de Zwaan y Mitchell, 1999). También suelen tener deficiencia de la vitamina
B1, lo que puede explicar la depresión y los cambios cognitivos característicos
de las personas anoréxicas (Winston, 2000). Las personas con anorexia nerviosa
pueden sufrir arritmias que les pueden llevar a la muerte. Esta arritmia está
provocada por un importante desequilibrio en algunos electrolitos esenciales,
como el potasio. Los niveles muy bajos de potasio pueden provocar trastornos
renales lo suficientemente graves como para necesitar diálisis.
Aunque la bulimia nerviosa es mucho menos
letal que la anorexia nerviosa, también acarrea una serie de problemas médicos.
Las purgas pueden provocar también desequilibrios e hipocalemia (escasez de
potasio) que, como ya se ha mencionado, colocan al paciente en riesgo de
sufrir anormalidades cardiacas. Otra complicación
son los dalos en el corazón, derivados de la utilización de la ipecacuana para
provocar el vómito (Pomeroy y Mitchell, 2002). No es extraordinario que los
pacientes tengan callosidades en las manos, para introducir una y otra vez los
dedos en la garganta para provocar el vómito. En algunos casos extremos, en los
que se utilizan cepillos de dientes para provocarlo, puede llegar a desgarrarse
la tráquea.
Como el contenido del estómago
es acido, los vómitos repetidos provocan también daños en los dientes. Lo único
que consiguen al cepillarse los dientes inmediatamente después del vomito es
irritarlos todavía más.
Factores causales de los trastornos alimenticios
Existen ciertos factores
que aumentan la probabilidad de desarrollar un tipo de trastorno alimenticio. Sin
embargo, muchos de ellos no son específicos. Esto quiere decir que no suponen
una susceptibilidad especial a sufrir trastornos alimenticios. Los trastornos alimenticios
(al igual que ocurre en la mayoría de los trastornos) tienen múltiples causas. Tanto
la anorexia como la bulimia probablemente sean el resultado de una compleja interacción
de variables de tipo biológico, sociocultural e individual.
Consecuencias de la Anorexia Nerviosa y la Bulimia Nerviosa
Los trastornos
alimenticios son especialmente difíciles de tratar, y las tasas de recaída son
elevadas. Sin embargo, la recuperación es posible a muy largo plazo. Lowe y sus
colaboradores, estudiaron los resultados clínicos de una serie de pacientes con
anorexia nerviosa, 21 años después de que hubieran acudido en busca de
tratamiento. 16 de ellos (todas mujeres) habían muerto a consecuencia de la inanición
o el suicidio. Otros 10% todavía sufría el trastorno, mientras que el 21% se había
recuperado parcialmente. Las personas que sufren anorexia nerviosa y que además
abusan de sustancias, parecen tener un riesgo especialmente alto de muerte
prematura.
Respecto a la bulimia
nerviosa, la tasa de mortalidad a largo plazo es mucho menor, y ronda el 0,5%. En
un estudio que se realizó un seguimiento de 11 años, encontraron que alrededor
del 70% de las mujeres que habían sido bulímicas ya no cumplían los criterios diagnósticos
de dicho trastorno. Es necesario señalar que aunque aparentemente ya se
encuentran bien, muchas personas que se han recuperado de la anorexia o de la
bulimia todavía tienen problemas residuales. Por ejemplo, preocupaciones
excesivas respecto al tipo y al peso, restricciones en el consumo de alimentos
y tendencias a comer en exceso y angustiarse después, según sus su esto de ánimo
(Sullivan, 2002). En otras palabras, la recuperación nunca será completa.
Tratamiento para la Anorexia Nerviosa
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) está siendo muy eficaz
para el tratamiento de bulimia. Como la anorexia nerviosa comparte muchas características
con la bulimia, la TCC también suele utilizarse para tratar ese problema
(Vitousek, 2002). La duración recomendada de tratamiento radica en la modificación
de las creencias distorsionadas respecto al peso y la comida, pero también respecto
al propio yo, que muy probablemente estén contribuyendo a generar y a mantener
el trastorno. Aparentemente resulta al menos mas eficaz que el asesoramiento
nutricional o la terapia a bases de drogas (Vitousek, 2002).
Algunas teorías sobre
los trastornos alimenticios destacan el papel del entorno familiar. Se ha
encontrado también que cuando estos pacientes viven en una familia con gran
expresividad emocional, tienden a comportarse mucho peor, desde una perspectiva
clínica, que los pacientes que viven en familias con poca expresividad
emocional. Por tales razones, cada vez se recurre mas a la terapia familiar
para el tratamiento de la anorexia.
Algunos ensayos
controlados aleatoriamente han demostrado que los pacientes que han sido
tratados durante 1 año con este tipo de terapia familiar evolucionan mejor que
quienes han sido asignados a un grupo de control en el que recibían un
asesoramiento individual. Pero sin embargo parece ser que el tratamiento
familiar funciona mejor con unos pacientes que con otros.
Tratamiento para la Bulimia Nerviosa
Es bastante frecuente
que los pacientes con bulimia nerviosa reciban un tratamiento a base de
antidepresivos. Este tipo de fármacos se utilizan para el tratamiento de la
bulimia, debido a que muchos de estos pacientes también sufren de trastornos de
estado de ánimos. En general, los
pacientes que toman antidepresivos evolucionan menor que los que han tomado un
placebo. De manera relativamente sorprendente, los antidepresivos parecen
disminuir la frecuencia de los atracones, a la vez que mejoran el estado de ánimo de los pacientes,
y sus preocupaciones respecto a su tipo de peso (Walsh, 2002).
Pero sin embargo, el
mejor tratamiento para la bulimia es la Terapia
Cognitivo-Conductual (TCC). En promedio, aproximadamente el 50% de los
pacientes tratados con TCC dejan por completo de darse atracones y de purgarse,
una vez que han terminado el tratamiento (Pike, 2001).
El componente conductual
de la TCC para la bulimia se concentra en la normalización de las pautas de alimentación.
Esto incluye la planificación de las comidas, una educación nutricional y
terminar con los ciclos de atracones y purgantes, enseñando al paciente a comer
de manera regular pequeñas cantidades de comida. La parte cognitiva del
tratamiento se dirige a la modificación de las ideas y conductas que inicio o perpetúan
el ciclo de atracones.
Referencia bibliografica: Psicología Clínica. James N. Butcher. cap. 9. ed. 12
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